La emboscada que organizó el kirchnerismo expone la realidad de una “guerra civil fría” que el peronismo siempre provoca cuando no gobierna.
El intendente de Lomas de Zamora, el kirchnerista Federico Otermin, unas horas antes de la caravana organizada por La Libertad Avanza en el marco de la campaña electoral por las elecciones de la Provincia de Buenos Aires, señaló que no estaban dadas las condiciones de seguridad para que el presidente Javier Milei se sumara a ese acto, en lo que resultó ser una declaración profética. Tal vez él sabía algo que nadie más sabía, o unos pocos…
La ausencia de la policía de la Provincia de Buenos Aires para reforzar la seguridad presidencial, recuerda la actitud de la Policía de Dallas el 22 de noviembre de 1963, cuando John F. Kennedy fuera asesinado.
La escena fue la de una clara emboscada, en la que el municipio se había tomado el trabajo de dejar un conteiner de piedras en la ruta del presidente, como para evitarle trabajo a cualquiera que quisiera agredir al primer mandatario.
No se utilizaron conceptualmente “piedras”, porque el tamaño de una piedra natural tiene menos de cinco centímetros. Acá fueron cascotes y adoquines de más de quince centímetros, el tamaño suficiente para causarle la muerte a cualquier persona que le impactara en la cabeza.
No es casual que utilizaran este tipo de mampostería. Los custodios presidenciales, están capacitados para peinar la zona en busca de un posible agresor con armas de fuego, lo cual supone un tipo de desplazamiento y movimientos que tienen que ver con la utilización de armas de este tipo. Eso significa que todos los ojos están adiestrados para el tipo de inclinación y movimiento que requiere un tirador, que son muy característicos.
Persuadidos de esto, los organizadores del atentado, entre los que se encontraría un conocido puntero de Lomas de Zamora del kirchnerismo, que fuera arrestado, sabían que la organización de un atentado con armas, por lo explicado, tenía pocas probabilidades de ser exitoso, porque se vigilan los techos de las casas adyacentes del recorrido presidencial, y se pone especial atención a toda persona que se acerque al perímetro del presidente en su desplazamiento, tanto por delante de la caravana como por atrás, y a los costados de la misma.
Arrojar un artefacto de concreto de grandes dimensiones -ya hemos señalado que el tamaño no permite definirlas como simples piedras- implica un despliegue completamente diferente en cuanto al desplazamiento, que nada tienen que ver con las acciones que se procura un tirador de armas de fuego. Fue así, que la custodia presidencial, pese a lo que algunos señalaron, no falló, simplemente no está entrenada para esta clase de agresión, no pueden anticiparla con los segundos requeridos como si, paradójicamente, permite hacerlo ante alguien que utilice balas.
Lo que hay que expresar, es que no se trató como se quiere hacer creer, de la actitud intolerante de unos inadaptados que buscaban perturbar el acto de LLA. Fue una decisión planificada, la utilización de “piedras”, que, de haber sido adecuadamente ejecutadas, pudieron cegar la vida del presidente. Sólo hace falta ver las imágenes que difunden los medios de comunicación para establecer la trayectoria pendular de las rocas, verdaderos aerolitos que pasaron a menos de tres centímetros de la cabeza del presidente y al lado de su hermana, que lo acompañaba.
Ya está confirmado que los adoquines arrojados contra el presidente no fueron arrojados desde la superficie de la calle, sino de los techos de un par de edificios a los costados de la caravana, uno de ellos del IOMA, la obra social de la provincia de Buenos Aires. Allí, en las autoridades de esta provincia, hay que buscar al autor intelectual.
No habría que descartar que, al no lograr el impacto buscado con los pedruscos, hubieran alternativamente apostado un tirador cerca, ya que la enorme pedrada podría haberse tratado de una maniobra distractora, en otra posible y alternativa conspiración. De haber sido así, la custodia presidencial le habría salvado la vida a Milei, porque desplegaron en forma inmediata los “portafolios” antibalas, que cubrieron su cuerpo, aunque con cierto desorden, lo que podría haber disuadido a un posible tirador de proceder.
Pero nos inclinamos, en virtud de la ley de posibilidades -y teniendo en cuenta que en definitiva no hubo disparos-, que el atentado fue organizado para que el impacto asesino lo produjeran alguno de los enormes pedazos de escombros que cayeron curvilíneos sobre la picap donde se trasladaba el presidente.
Para ilustrar el concepto que pudiera sorprender, de un atentado planificado en apariencia sin armas de fuego, cabe recordar la novela de Dalmiro Sáenz, “el Día que mataron a Alfonsín”. En esta ficción, los que planifican el atentado, no eligen el método usual de los magnicidios, que son con armas de fuego, sino que despliegan a una patota cerca del escenario en el que Raúl Alfonsín daría un discurso. Cuando empieza a hablar, el presidente Alfonsín se da cuenta que el escenario tiene menor altura de lo habitual, y que eso no podía ser casual ya que implicaba vulnerar un protocolo de seguridad, que implica que este tuviera la elevación requerida y no menos, para que nadie del público pudiera tener la posibilidad de saltar sobre el escenario con facilidad, o al menos en un tiempo exiguo.
Alfonsín interrumpe su discurso, le señala a su asistente que abandonen de inmediato el lugar porque hay peligro, y se dispone a continuar el discurso para no dar a entender que ha descubierto la conspiración, y darse tiempo para preparar algún acto de defensa. Sin embargo, la patota estratégicamente ubicada en el centro de la gente, y a menos de tres metros del palco, aborda el escenario y, con una cachiporra maciza, uno de los violentos abalanzados golpea en la nuca a Alfonsín y le produce la muerte.
La causa para no utilizar armas de fuego, fueron precisamente para impedir que los protocolos de la custodia presidencial pudieran repeler el ataque, además de generar un efecto sorpresa imprevisto y decisivo.
En la escena del atentado contra Milei, el escenario era móvil, porque se trataba de una picap totalmente descapotable; y llama la atención que la agresión se diera cuando la camioneta se desplazaba a menos de 16 kilómetros por hora, convirtiendo al presidente casi en un blanco fijo. Cinco infiltrados se arrojaron sobre la parte delantera del móvil, para que esta bajara aún más su velocidad, posiblemente a menos de diez kilómetros por hora; y en ese preciso momento los grandes escombros vuelan por los aires dirigiéndose a la cabeza de Milei, que tenía puesto un chaleco antibalas que de nada le serviría para repelar el impacto de las enormes “piedras” en su cabeza.
También actuó de forma muy profesional el chofer, con una maniobra muy peligrosa -ya que la calle estaba muy habitada- al acelerar el vehículo de golpe, rápido, que llevó en pocos segundos su velocidad de 10 kilómetros por hora a posiblemente 40 KM, evitando que el presidente estuviera más expuesto en una posición casi inmóvil. La precisa aceleración que hizo el chofer, pudo disuadir o neutralizar el arrojamiento de otro material contundente sobre él; y no se puede descartar, la posible acción de un tirador.
Si el chofer de la limusina de Kennedy hubiera reaccionado con la prontitud que lo hizo el conductor del vehículo en el que estaba Milei, probablemente el último disparo fatal, que impactara en la cabeza del presidente norteamericano, no se hubiese producido.
Esto demuestra que la custodia presidencial argentina, en contra de las primeras opiniones que se vierten en los medios de comunicación, no trabajó mal. Simplemente no pudo actuar ante una amenaza casi medieval como es la utilización de material de concreto, piedras de gran tamaño, porque nunca fueron entrenados para ello.
Obsérvese para corroborar lo referido en cuanto a que fue un atentado planificado con características inusuales, que el día en que el presidente Milei tomó posesión de su cargo, también fue agredido cuando se dirigía en un vehículo al Congreso. En este caso se utilizó una botella de vidrio que, por su trayectoria, se adivina que fue un acto improvisado, desde la calle, una acción no planificada, que también pudo herir al presidente, pero no poner en riesgo su vida.
Las rocas arrojadas en Lomas de Zamora contra Milei, sí pudieron matarlo. No cabe duda que eso es lo que se buscó, y que además fue planificado.
Más allá de los detalles que se puedan discutir respecto a la planificación del atentado claramente orquestado por sectores del kirchnerismo, lo que cabe establecer es lo que significa en términos de lo que ha desatado.
En primer lugar, este fue el desenlace de toda clase de maniobras legislativas, operaciones bancarias, y la falsa denuncia orquestada por los magistrados K en lo que refiere al ex funcionario Spagnolo. Esto no significa que este ex miembro del gobierno no tenga relación a un posible ilícito. Lo que está claro es que, tratándose los audios de hace más de un año, lo más probable es que viniera sufriendo una suerte de chantaje, que culminó con la filtración de los audios.
La justicia determinará la verdad, pero lo que cuenta es el despliegue de acciones del kirchnerismo para generar el caos a varios niveles, previo a lo que pudo ser el asesinato del presidente con todas las implicancias caóticas que esto hubiera supuesto. Es claro que, estas acciones, son mucho más que una operación destituyente. Cuando se atenta contra un presidente, lo que se busca es un golpe de estado.
Este ha sido el primer acto de blanqueo de la guerra civil “fría” que está dispuesto a detonar el kirchnerismo para que el gobierno no triunfe en su plan económico, y consecuentemente garantice que la asociación ilícita disfrazada de partido político llamada kirchnerismo, no vuelva al gobierno.
La matriz ideológica del kirchnerismo es Laclau desde lo teórico, pero se guían por el ideario Montonero. No es casual que su agrupación más importante sea La Cámpora, el nombre del presidente que promovió una amnistía el día de su asunción y dejara en libertad a los guerrilleros y terroristas de Montoneros.
Hemos vivido en casi dos años de gobierno, toda clase de acciones parlamentarias, gremiales, mediáticas, movilizaciones violentas, etc., que han buscado desestabilizar al gobierno, para no señalar todas las declaraciones que las principales figuras de la guerrilla urbana K han manifestado en redes sociales y medios de comunicación siempre vinculadas al vuelo de un helicóptero.
Está claro que el detonante de esta ola de terror destituyente, pasó a otro nivel cuando Cristina Kirchner fue condenada y puesta en prisión. Para el imaginario de sus súbditos dirigentes y cómplices de su desfalco, el mensaje decodificado fue muy contundente: si cae ella, ocurrirá lo mismo con todos los que participaron del robo y saqueo del estado en los 16 años de gobierno estalinista K.
Esto despertó todas las alarmas y convirtió a las próximas elecciones en el sensor definitivo del plan de lucha que llevarán a cabo terminado el proceso electoral.
Primero quieren sostener su bastión: la provincia de Buenos Aires a como dé lugar, así implique actos fraudulentos por encima de la media normal que suele haber en esta provincia. El peronismo, en condiciones normales, desde el retorno a la democracia, obtiene antes, durante y después de la elección, alrededor de un 3 % de votos extras, merced a todo su aparato político.
En ciertas ocasiones, como en la elección de la Matanza en el año 1999, esa cifra creció a más del 5 % y logró impedir el triunfo de Lidia Satragno, más conocida como Pinky, que se había presentado en esa comuna como candidata a intendente de la Alianza por ese municipio.
Todo el que fiscalizó en provincia, y sabe lo que implica, conoce que es imposible impedir ciertas maniobras, y que la elección arranca con un -3% por debajo para cualquier lista no peronista.
La acción de la guerrilla urbana, de ideología montonera que es hoy el narco kirchnerismo, se definirá por los guarismos. Si llegaran a obtener un triunfo, aunque fuera exiguo, en la elección provincial -la nacional les importa menos-, eso significa que continuarán en la apariencia democrática, la cual siempre pusieron en entredicho, aunque eso lo proyecten en los demás cuando gobiernan otras fuerzas políticas.
Que el kirchnerismo haya encerrado a la ciudadanía durante dos años por la pandemia del COVID, nos ilustra respecto a su respeto a la institucionalidad y las garantías constitucionales que embargan a la sociedad.
Si en cambio la elección en Buenos Aires resultara en una derrota exigua, hará que hagan un análisis muy exhaustivo respecto a sus posibilidades concretas de volver al poder en un plazo razonable: no más allá de una posible relección presidencial. Si en cambio los números resultaran calamitosos para el kirchnerismo, aspecto que no se puede descartar, y eso les hiciera ver que el camino electoral no sería la vía posible de retorno al poder, deberá hacerse la idea, la sociedad en su conjunto, que, aunque la Argentina evitó convertirse en Venezuela, volverá a la década del setenta.Volver a la etapa de Montoneros no es una quimera, es la matriz ideológica del kirchnerismo. Este terrorismo político que es hoy el kirchnerismo, con su intento de asesinato del presidente, nos ha indicado que está dispuesto a todo con tal de garantizar su retorno al poder, ya sea por la vía institucional o la vía setentista que los ilustra y define.





